La
Corona
Provincia de Buenos Aires
La estancia La Corona
se dedica casi exclusivamente a al explotación ganadera,
vacunos y caballares.
Un gran parque, formado por centenarios árboles enmarca el casco.
Más allá se encuentra la silenciosa capilla, cubierto por la
hiedra y las construcciones adyacentes para el personal de la
estancia.
Unos de los cuartos
más importantes de la casa es el cuarto de las tabas, su nombre
se lo debe a que Manuel Anchorena, propietario de la estancia, lo
hizo construir aplicando en el piso baldosones hachos con 10.000
tabas.
Allí, en esa especie de santuario, don Manuel ha formado su
museo en el que ocupa un papel primordial su colección de
platería criolla.
Cuchillos, facones, rastras de todo tamaño, diseño y variedad
conforman un verdadero recorrido a través de influencias y
colonizaciones. Pero don Manuel no solo se ha dedicado a la
recolección de objetos históricos y a la cría de ganado sino
que también ha conservado otras especies: entre ellas el ciervo
blanco, el ciervo dama y los antílopes.
En un monte de eucaliptos, situado muy cerca de la casa, cuyo suelo
cubierto de hojas y corteza cruje a nuestro paso, habitan, como en
un cuento, los ciervos blancos.
"La Corona"
es parte de esa historia comenzada hace ya más de cien años y un
testimonio de épocas fundacionales en las que la llanura era sin
duda otra, tan necesaria para el presente "como para la noche
el día".
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