Agua que incrementa los
rindes
Experiencias
y resultados sobre implementación de sistemas de
riego
Para
Alberto Perassolo, un productor de esta localidad bonaerense, el
mandato era buscarle la mayor rentabilidad a los campos
familiares.
El planteo agrícola incluía la "tradicional rotación de
trigo/soja de segunda-maíz, sobre una superficie de 600 hectáreas".
Por entonces, los rindes "eran de 4.200 kilos/hectárea para
el trigo, 1.800 a 2.700 kilos para la soja de segunda y de 9.000
kilos para el maíz", comentó. Nada despreciable, pero le
faltaba algo: estabilizar la productividad.
Tomando coraje y alguna deuda decidió probar con el riego.
"Así fue como instalamos un pivote Lindsay de 9 tramos para
regar un círculo de 84 hectáreas, por ahora con dos
posiciones", recordó.
La suerte lo acompañó y los rindes comenzaron a crecer. "En
trigo pasamos a 5.700 kilos, en soja de segunda a 3.400 kilos/hectárea
y en maíz llegamos a los 10.000 kilos", señaló. agregó
que "esto nos permitió programarnos económicamente", y
además "nos enseñó el valor de asegurar el rendimiento de
la cosecha, porque con el agua aumentamos la densidad de plantas y
la fertilización".
Tanto se entusiasmó que, sin dejar la cautela, anunció que el año
que viene "traeremos otro Lindsay, aunque más chico, de 7
tramos".
Su próximo desafío era meter el riego en aquellos potreros
irregulares y más chicos. Buscando soluciones se topó con un
nuevo modelo de Regamatic. "Es un cañón autopropulsado, al
que incorporamos para regar pequeñas parcelas, y desplazarlo
entre los dos campos cercanos." Es que "la idea fue
elegir un equipo con el menor trabajo operativo posible".
El equipo, dotado de un motor diésel de un cilindro, le permitió
prescindir del tractor para su traslado. "Lo único que se
mueve son los caños para cambiar de potrero." Lo que también
se mueve, pero para abajo, son los costos. "El cañón tiene
un consumo muy bajo, unos 187 litros de gasoil/día, para regar
durante 22 horas", calculó Perassolo.
En noviembre del 98, sobre un lote de 50 hectáreas sembraron, en
directa, maíz Chaltén con una densidad de 80.000 plantas/ha, y
fertilizando "con 150 kilos de urea y 100 kilos de fosfato
diamónico".
Durante el ciclo regaron aproximadamente 45 días, colocando una lámina
de riego de 100 milímetros, "porque fue un año de buenas
lluvias".
Aclaró que normalmente el riego complementario en la pampa húmeda
es una práctica que implica el agregado de hasta 200 milímetros/año.
¿Cuál fue el resultado? "12.100 kilos/ha". Un envión
muy fuerte para poder crecer y generar nuevos negocios.
"Este año el potrero del pivote con maíz se lo alquilamos a
un semillero, que también nos paga por milímetro regado",
dijo.
La experiencia con el cañón también le sirvió para corregir
algunos errores. Agregaron caños para llegar con agua a las
partes más alejadas del potrero "que no tuvimos en cuenta al
principio".
También hicieron la experiencia de regar un lote vecino al maíz,
sembrado con soja RR de segunda con una lámina de 30 milímetros.
El rinde "volvió a sorprendernos: 3.100 kilos/ha".
Estos resultados dieron más fundamento al criterio que había
elegido desde el principio: "Estos precios nos exigirán
mayores rindes para tener rentabilidad".
Perassolo sostiene que "no hay que batir récord de producción,
sino tener un alto rendimiento con gastos controlados".
aseguró que "con el cañón y la fertilización, creemos que
en esta zona el maíz puede llegar a los 14.000 kilos/ha, manteniéndose
con un gasto operativo de 0,50 $/milímetro y un margen bruto de
620 $/ha".
Fuente: Clarín Rural, 4 de septiembre de 1999.
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