Elección del Lote
El
primer paso hacia un maizal de alto rendimiento consiste en la
adecuada elección del lote en que se lo sembrará: es
indispensable contar con un lote de alta productividad, sea por
sus condiciones naturales o por el manejo que se le dé.
El estado físico del suelo es de suma importancia: debe tener
buena estructura.
La permeabilidad de los horizontes superficiales es muy
importante: un perfil que no drena bien después de las lluvias no permite
la entrada de oxígeno a los poros del suelo, impidiendo la respiración de
las raíces y debilitando las plantas.
Un buen lote para maíz debe haber tenido un descanso
adecuado durante el invierno; el pisoteo de la hacienda al
pastorear el rastrojo sobre un suelo húmedo provoca su
compactación, afectando la permeabilidad por disminución de la
capacidad de infiltración de agua de lluvia e impidiendo la
correcta aireación (oxigenación) del perfil.
Esto se hace más crítico cuanto más cerca de la primavera se
retira la hacienda del lote.
El barbecho bien hecho deja a la tierra en inmejorables
condiciones para la campaña siguiente.
También la agricultura continuada por muchas campañas hace
perder estructura física, además de reducir la cantidad de
nutrientes.
Este desagregamiento de partículas del suelo por exceso de
laboreo tiene el mismo efecto de compactación y reducción de
la permeabilidad y lo expone a la erosión por viento y agua.
Una tercera causa de disminución de la permeabilidad es la
presencia de piso de arado o de piso de disco, causada por el
empleo reiterado, a través de varios años de agricultura
continuada, de estas herramientas.
El piso de arado puede eliminarse al preparar la tierra con
subsolador, escarificador o arado cincel.
Un planteo racional de la agricultura debe estar orientado a
evitar la degradación de la estructura física de los suelos.
Es
necesario evaluar - o hacer evaluar por un profesional
competente - la calidad del suelo, tanto en su aspecto químico
como físico.
Esto incluye, fundamentalmente, la dotación de nitrógeno (N),
de fósforo (P) y, según la zona que se trate, de potasio (K).
La mayoría de los suelos con aptitud maicera están
normalmente provistos de K, pero no por eso debe ignorárselo.
Los elementos menores están, en la generalidad
de los casos, presentes en cantidades suficientes
para el cultivo del maíz, pero, de tener algún
indicio previo de alguna carencia en la zona,
es conveniente tenerlos en cuenta en el análisis.
El
laboratorio que efectúe el análisis o el profesional que lo
interprete, dará las recomendaciones precisas de los elementos
a agregar y de sus cantidades. (Ver artículos sobre análisis
de suelo)
También
debe atenderse el pH, medida que indica la acidez del suelo: El
más adecuado para maíz va de 5,6 a 7,5. Por debajo de 5,6 se
impone el encalado previo.
acidez
|
|
pH
|
|
Fuerte
|
4.0
|
|
Media
|
5.0
|
|
Moderada
|
6.0
|
Grado
óptimo
para maíz
|
Ligera
|
6.5
|
neutralidad
|
|
7.0
|
alcalinidad
|
Ligera
|
7.5
|
Moderada
|
8.0
|
|
Media
|
8.5
|
|
Fuerte
|
9.5
|
|
Fuente: Manual del maíz, Cargill.
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