AGRICULTURA

 

El barrenador deja su marca en la caña del maíz

El maíz, que en la Argentina es uno de los principales cultivos junto al girasol, soja y trigo, mostró en la década del '90 una reducción en su superficie respecto a años anteriores.
De todos modos, el aporte de tecnologías en manejo de cultivos incluyendo un adecuado control de malezas y plagas permitió un gradual pero permanente aumento en los rendimientos en las zonas núcleo maiceras.

Es por estos motivos, por una justificada y oportuna manera de controlar las plagas de los cultivos, que desde hace 10 años el Inta Marcos Juárez desarrolla un proyecto consistente en un sistema de alarma para llevar información a técnicos y productores sobre la evolución y posibles ataques de las diversas plagas del maíz y otros cultivos. 

El sistema utiliza trampas de luz para monitorear la evolución de adultos de mariposas o polillas de hábito nocturno, que son los que originan las infestaciones de orugas barrenadoras, defoliadoras y cortadoras, estimadas en casi el 50 por ciento del total de las plagas de los cultivos agrícolas.

Otras plagas importantes como chinches, tucuras, pulgones y otras, son diagnosticadas por medio del seguimiento de sus poblaciones en campo por observación directa.
En varias localidades de Córdoba y Santa Fe este sistema de alarma cuenta con colaboradores que evalúan la dinámica de las plagas y proporcionan información para su posterior difusión en boletines que se emiten por diferentes medios masivos y personales, entre ellos Internet (http://mjuarez.inta.gov.ar).

Desde hace un par de años este sistema ha ampliado su red en el sur de Santa Fe a nuevas localidades cuya información se centraliza en el Inta Venado Tuerto (Nuzea (Núcleo Zonal de Experimentación Adaptativa). Esto permitió ampliar el número de colaboradores que disponen de trampa de luz y por lo tanto llegar a más productores con la información obtenida.

Plagas de maíz

Datos estadísticos señalan que el cultivo de maíz en la Argentina tiene un gasto anual en insecticidas que oscila entre tres y 3,50 pesos por hectárea, comprendiendo el control de insectos de suelo como las orugas cortadoras y otras plagas del sistema foliar como la oruga cogollera y el barrenador de la caña. Hace 10 años el gasto se estimaba en la mitad de ese valor, lo cual implica un gradual aumento en el control de esas plagas.

De todas maneras, hay que tener en cuenta que actualmente se considera que los daños provocados por una sola plaga y de muy difícil control como el Barrenador del la caña del maíz (Diatraea saccharalis), provoca pérdidas anuales entre un 10 y un 20 por ciento de la producción.
Si se compara con lo que gasta Estados Unidos, principal productor maicero del mundo, en el control de insectos, estimado en 30 y 40 dólares por hectárea, podría deducirse que aquel gasto es ajustado a la situación actual y estaría dentro de niveles razonables.

Excepciones como el sobreuso de insecticida se pueden encontrar en tratamientos innecesarios en culti vos como soja, donde el bajo valor de los insecticidas es un factor que estimula su uso sin ningún beneficio y con el consiguiente riesgo de contaminación y/o destrucción de fauna útil.

Hay que destacar que el Barrenador de la caña del maíz es otra de las plagas que se ve favorecida por la falta de roturación de los rastrojos de ese cultivo, donde se refugian las larvas invernantes. Esto también se ha visto reflejado en el incremento de poblaciones de organismos que se han convertido en plaga s importantes en los últimos años, como el grillo subterráneo, bicho bolita y babosas.

Este insecto, según investigaciones del Inta, tiene en la región pampeana central tres generaciones por año y posiblemente una cuarta incompleta. La primera generación de adultos emerge e inicia su actividad en setiembre y continúa en octubre y noviembre. Las hembras oviponen en masas de 20 a 30 huevos cada una con un total de 300 a 500. Estas posturas se efectúan en lotes de maíz en estado vegetativo, como así también en trigo y otras gramíneas.

En los últimos años se han recibido numerosas consultas por daño en trigo, situación que deberá ser investigada para determinar los daños reales a ese cultivo y determinar eventuales métodos de control ya que no se tiene antecedentes ni hay insecticida registrado para el caso.
En maíz las larvas de la primera generación se desarrollan inicialmente en el cogollo, en el área interna de las hojas envainadas, pero luego se trasladan a la base de la planta y se introducen en la caña, donde completan su desarrollo y se transforman en pupas. Desde allí luego emergerán los adultos de la siguiente generación. Este período larval se cumple entre cuatro a seis semanas.

El nivel de ataque de la primer generación era generalmente bajo pero en los últimos años se ha notado un incremento de esos niveles. En el pasado mes de noviembre se detectaron lotes en Arequito y Bombal (Santa Fe) con cerca del 70 por ciento de plantas atacadas, situación asociada a rastrojos de maíz sin roturar en las zonas linderas.

La segunda generación de adultos comienza su actividad a mediados de diciembre y continúa hasta mediados de enero, colonizando maíz y sorgo en estado de desarrollo más avanzado. A partir de febrero la abundancia de adultos se intensifica con el vuelo de la tercera generación y los niveles de captura de adultos en trampa de luz pueden alcanzar a más de mil ejemplares por noche. Esto provoca severas infestaciones en maíz, principalmente en lotes de segunda época de siembra, donde se pueden detectar altos niveles que alcanzan hasta 4-6 larvas por planta.

Los daños del barrenador

Como casi todas las plagas, el barrenador de la caña fluctúa de año y año en función de numerosos factores biológicos y ambientales. Durante la campaña 1997/98, por ejemplo, se registraron serios ataques en casi toda la región pampeana central, con pérdidas que en muchos casos superaron a los promedios estimados del 10 al 20 por ciento. En la campaña anterior las poblaciones fueron menores. En la actual, los últimos datos de la evolución de la plaga señalan que por ahora los ataques intensos sólo se observan en algunas localidades del sur de Santa Fe.

Se estima que por cada larva de barrenador por planta, si el ataque se produce en el período de llenado de granos, puede disminuir el rendimiento en dos, 2,5 y cinco por ciento e incrementarse más aún en condiciones de sequía.
A los daños de tipo fisiológico ocasionados por la interrupción de la conducción de los nutrientes se deben agregar daños mecánicos por debilitamiento de la caña que ocasionan caída de espigas y plantas.

Control químico

Actualmente el único insecticida en formulación emulsionable, apto para pulverizaciones sobre maíz infectado por esta plaga, es Deltametrina 5% E.
Este producto es recomendado en dosis de 200 centímetros cúbicos por hectárea (12,5 g.p.a) en tratamiento ultra-bajo volumen (UBV) con dos y 2,5 litros de aceite agrícola.

Las gotas formadas en este tipo de pulverización, de aproximadamente 50 micrones, son lo suficientemente pequeñas para alcanzar tanto la parte superior como el envés de las hojas del maíz, donde están ubicadas preferentemente las posturas del insecto. Estas se reconocen por su apariencia de pequeña escama de color crema.

Es de destacar que a medida que se produce el nacimiento gradual de las larvas luego de un período embrionario de entre cinco y siete días, éstas se trasladan a zonas más protegidas de la planta y entran en contacto con los depósitos del insecticida utilizado, el cual mantiene una larga acción residual.

Umbral de tratamiento

De acuerdo a la información surgida en universidades de los Estados Unidos, ubicadas en el cinturón maicero, donde el cultivo es atacado por el Barrenador europeo (Ostrinia nubilalis) una especie de características similares a la Diatraea saccharalis, un tratamiento de control de esa plaga se recomienda cuando se comprueba que existe un 20 a un 25 por ciento de plantas con masas de huevos. Estas evaluaciones se efectúan a partir del momento en que se registran picos mayores de entre 50 y 100 adultos por noche en trampas de luz.

Estos niveles son tentativos ya que se está investigando la correlación entre la actividad de vuelo, condiciones climáticas y niveles de infestación en campo.
Por otro lado se destaca que las posturas y las larvas chicas pueden ser muy afectadas por un complejo de enemigos naturales que incluyen insectos predadores como las tijeretas y chinches predadoras, muy comunes en cultivos de maíz.

También es de tener en cuenta que las posturas de Diatraea pueden ser parasitadas en alto grado por avispas de color negro en cuyo interior se desarrollan las microavispas (Trichogramma sp.)
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Fuente: INTA, 1999.

 

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