Control de Malezas en
la Agricultura de Conservación:
Estrategias
En el paso de agricultura
tradicional a la de conservación algunos agricultores han tenido mayores
problemas con las malezas, dado que, claro este en este nuevo sistema no se
controlan mediante labores. Quizás la única excepción a esto último es el
laboreo mínimo, si bien, también un objetivo de esta modalidad es, debe ser,
el mantener un alto nivel de residuos del cultivo anterior sobre el suelo.
Normalmente, un seguimiento cuidadoso de cómo evolucionan las poblaciones de
malezas y la aplicación de algún tratamiento herbicida, entre los muchos
disponibles, basta para enfrentarse satisfactoriamente a este problema.
1.-
Estrategias y métodos de control de malas hierbas en el laboreo de
conservación
En numerosas situaciones de
no-laboreo es aconsejable usar una mezcla de herbicida total (contacto o
traslocación) con otro herbicida de acción residual. El herbicida total mata
la vegetación existente antes o inmediatamente después de la siembra del
cultivo. El herbicida residual se aplica normalmente antes o después de la
siembra del cultivo para controlar la nueva emergencia de malas hierbas
procedentes de semilla.
Además de lo anterior, la mayoría de los cultivos
normalmente necesitarán la aplicación de herbicidas de postemergencia para
controlar las malas hierbas gramíneas (de hoja estrecha), dicotiledóneas (de
hoja ancha) o ambas. Esta última aplicación de herbicidas en postemergencia
suele ser similar a la que requieren los cultivos en régimen convencional
tradicional (laboreo).
No obstante, el programa o
secuencia de herbicidas a aplicar no debe de ser "rígido" o
"fijo", año tras año el mismo, en cuanto a calendario de aplicación
y a productos a utilizar. De ser así, pueden encarecerse innecesariamente los
gastos de control.
En el laboreo de conservación,
como en el tradicional, es conveniente tener en cuenta el buen efecto de las
rotaciones de cultivo, los cultivos cubierta y el laboreo entre surcos.
1.1.
Rotaciones de cultivos
Ciertas malas hierbas son más fáciles de controlar en un cultivo que en otro.
Así, las malas hierbas gramíneas se controlan con dificultad en el maíz y
trigo y pueden ser más fácilmente controladas en el algodón o girasol. De
forma similar, las malas hierbas crucíferas se controlan con dificultad en el
cultivo de colza y girasol, y, por el contrario, son fáciles de controlar en
los cereales de invierno. Los ejemplos anteriores ilustran la importancia de la
rotación de cultivos como una estrategia más en el control de las malas
hierbas.
Por otro lado, la rotación de
cultivos generalmente también lleva consigo el uso de diferentes herbicidas con
distinto modo de acción, lo que es importante para prevenir la aparición de
malas hierbas " difíciles de controlar" y de malas hierbas
"resistentes" (con resistencia adquirida a un herbicida o familia de
herbicidas con un específico modo de acción).
1.2.
Cultivos competitivos y cultivos "cubierta"
Un cultivo que cubra pronto el suelo (por ejemplo, trigo o cebada sembrados con
una alta densidad de semilla de siembra), "sombrea" pronto las malas
hierbas y, en definitiva, hace difícil su desarrollo. Por el contrario, los
cultivos sembrados en surcos espaciados compiten mucho más débilmente con las
malas hierbas que cuando se les siembra con un estrecho marco de plantación (a
unos 30 cm entre surcos).
El éxito de este sistema esta íntimamente unido a
conseguir un buen establecimiento del cultivo, dado que los "rodales"
o "fallos de siembra", donde el cultivo no se establece, se infestarán
de malezas.
El uso de cultivos
"cubierta" en la rotación es, así mismo, una práctica muy
aconsejable para el control de malezas. De hecho, se basa en las mismas razones
por la que cultivos sembrados a altas densidades son buenos competidores con las
malas hierbas.
La siembra económica (con semilla de bajo precio) de un cultivo
a alta densidad puede ser aconsejable como sustitutivo del barbecho laboreado, aún
cuando dicho cultivo se "termine" (interrumpa su ciclo) mediante la
aplicación de un herbicida ("siega química") para permitir la
siembra de un cultivo en primavera, por ejemplo.
Por otro lado, los cultivos
cubierta pueden también exudar compuestos químicos que dificulten o, incluso,
impidan totalmente el desarrollo de determinadas especies de malas hierbas. A
este fenómeno se le conoce con el nombre de alelopatía.
1.3. Laboreo
entre surcos
Si bien, lo ideal desde un punto de vista económico y medioambiental es el no
laboreo total y el que se mantenga sobre el suelo el rastrojo del cultivo
anterior, en algunos caso el pase de cultivador entre surcos puede estar
justificado.
Aunque el no laboreo es el
planteamiento ideal, en situaciones excepcionales los pases de un cultivador
superficial entre surcos pueden ser de utilidad en el control de malezas, si
bien haciendo sólo una labor vertical, en ningún caso se debería dar una
labor de volteo, que afectaría muy negativamente a la estructura del perfil del
suelo.
En cualquier caso, se debe de recordar las ventajas en cuanto a mayor
fertilidad que se van acumulando por no laborear el suelo. De ahí que, este
proceso, a ser posible, no se interrumpa con labor alguna.
2.-
Programas de uso de
herbicidas
2.1.
Tratamientos tempranos antes de la siembra (TAS)
Estos tratamientos herbicidas se aplican varias semanas o varios meses antes de
la siembra del cultivo. Conllevan varias ventajas: impiden el establecimiento de
las malas hierbas, eliminan los tratamientos de quema, reducen la posibilidad de
que los residuos de herbicidas de un cultivo afecten al siguiente y distribuyen
mejor en el tiempo la carga de trabajo. Los TAS también contribuyen a disminuir
las poblaciones de polillas que viven en determinadas malas hierbas. Con estos
tratamientos se obtienen los mejores resultados cuando se aplican antes de la
germinación de las malas hierbas anuales de verano.
No obstante lo anterior, los TAS
no deben aplicarse en parcelas de mucha pendiente o en suelos muy erosionables,
en particular con mucha antelación a la siembra (por ejemplo, con unos 45 días
o más antes).
2.2. Tratamientos
totales (TT)
Controlan las malas hierbas antes o justo después de la siembra, y siempre
antes de la emergencia del cultivo, con la excepción de los nuevos cultivares
con tolerancia a herbicidas, en los que se puede aplicar tratamientos de
postemergencia del cultivo.
Estos TT se pueden mezclar con tratamientos de
presiembra o de preemergencia. Los más comúnmente usados son los de contacto y
los de traslocación. Ambos son no selectivos y no tienen actividad en el suelo.
La dosis a aplicar, generalmente, varía con las especies de malezas presentes,
su tamaño, cielo de vida y la relación dosis/eficacia de cada herbicida.
2.3.
Tratamientos de Presiembra/preemergencia
La eficacia de estos tratamientos depende en gran parte de la ocurrencia de
lluvia después de la aplicación herbicida. Sin suficiente humedad en el suelo,
la activación/eficacia del herbicida decrece o es muy reducida. En áreas de
escasa o errática precipitación, se prefiere la aplicación de herbicidas de
postemergencia que los de aplicación al suelo.
Esto está indicado
particularmente para aquellos agricultores que usen separadores de residuos en
sus sembradoras. Estos dispositivos pueden remover el suelo tratado con
herbicida desde el surco al centro de éste, dando así origen a que se
produzcan zonas infestadas de malas hierbas, lo que, por otro lado, puede
originar un tratamiento de postemergencia complementario.
En términos generales, en el no
laboreo se pueden usar alguno de los siguientes tratamientos de preemergencia:
* De
larga duración, con los que se controlan las malas hierbas durante la mayor
parte del periodo de crecimiento del cultivo.
* De
corta duración, en los que la masa del cultivo sombrea las malas hierbas que
germinan más tardíamente (éste suele ser el caso de la soja en régimen de no
laboreo)
2.4.
Tratamientos de postemergencia
Se están popularizando cada vez más entre los agricultores. Su principal
ventaja radica en que las malas hierbas más problemáticas pueden ser
controladas en el periodo de desarrollo del cultivo sin dañar el cultivo o
reducir su cosecha potencial.
Normalmente, los tratamientos de
postemergencia se aplican eficientemente en sistemas que usan sólo tratamientos
totales (TT) sin actividad residual a través del suelo.
Generalmente, el tipo de suelo y
la cantidad de residuos de cultivo en la superficie no afecta a los tratamientos
de postemergencia. Una excepción de lo anterior puede ocurrir cuando se cultiva
de forma repetida año tras año cereales de invierno y, a la vez, se dejan
grandes cantidades de rastrojo, lo que puede requerir cada vez mayores dosis de
herbicida y un mayor volumen de líquido (caldo) de aplicación.
Sin embargo, la
eficacia de los tratamientos de postemergencia varia en gran medida con el
momento de su aplicación y la adecuación de las dosis a las especies de
malezas, para lo que hay que identificar éstas correctamente.
Fuente: AAPRESID, 1999.
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