Erosión en las tierras del maní
El maní requiere un tipo especial de suelo,
debido a su forma de fructificación, a las operaciones de arrancado
necesarias para la cosecha y a las nuevas tendencias de la cosecha en caja,
que exigen una baja proporción de tierra en la misma. Esto hace que los
suelos más aptos sean aquellos con baja capacidad de adherencia con el fruto.
si bien esto configura una ventaja comparativa para suelos de la región del
Sur de Córdoba, también exige que se consideren cuales son las limitaciones
de este tipo de tierra, en especial cuando llevan muchos años de uso
agrícola.
Si bien el maní se cultiva en la provincia
sobre diferentes tipos de tierras, todas tienen la característica de su
textura liviana, desde arenosas francas en el suroeste, a limosas en el
noroeste. Además de este variación en la composición del suelo, existen
variaciones en el relieve, desde llanos hasta muy ondulados.
Otras de las características es la mayor
cantidad e intensidad de las lluvias que se registran en la región
cuando se esta preparando en suelo para la siembra, en especial las más
tardías, como la soja o el maní. También se puede puntualizar como
otro ingrediente básico los modos de uso de las tierras y las técnicas
utilizadas para la producción de los cultivos. La tendencia es a la
especialización hacia cultivos oleaginosos con baja provisión de rastrojos
al suelo.
Esto trae como consecuencias la degradación
física del suelo que se manifiesta a través de la pérdida de la estructura
estable del mismo y del apelmazamiento que produce el monocultivo. Lo que trae
aparejado un planchado del suelo luego de las lluvias dificultando la
infiltración del agua y además la formación de piso de arado y de rastra
(que retarda el paso del agua y la exploración de las raíces en el
suelo).
En regiones planas como son las tierras donde
se cultiva maní, los escurrimientos superficiales no encuentran cauces
naturales por donde circular, por lo que tienden a concentrarse en caminos,
bordes de alambrados o cualquier alteración por pequeña que sea, puede
cambiar el sentido de las aguas produciendo barrancas o cárcavas. Es así
como las crecientes tienden a circular por los caminos, en especial en los que
tienen orientación oeste-este, es decir en el sentido de las pendientes
regionales.
Las consecuencias finales de estos procesos es
la derivación de toda la masa de agua y sedimentos hacia las poblaciones, el
aislamiento de la población rural, el aumentos de costos de mantenimiento de
al infraestructura y la dificultad para sacar la producción del campo.
Principios de solución: El primer paso para
solucionar estos problemas es el reconocimiento de que el mismo es complejo,
no solo por sus causas, sino también por la cantidad de protagonistas que
requiere su solución ( el productor, los pobladores, los consorcios, los
organismos provinciales y nacionales, los municipios y los técnicos).
Conjuntamente las acciones deben tender a :
- Manejar el relieve de los campos.
- Manejar las superficies de los suelos.
- manejar el interior de los suelos.
- Controlar la erosión eólica.
- Manejar controladamente los excesos
hídricos.
- Detener el avance de surcos y cárcavas.
- Disminuir los caudales pico de crecida.
- Anular las salidas de agua permanentes
de arroyos.
Fuente: U.N.R.C.
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