AVICULTURA  

 

Agua de Bebida

La respuesta de las gallinas ponedoras al consumo de agua de bebida que posee altas concentraciones de sales minerales, aguas duras, ha recibido muy poca atención.

Este hecho es sorprendente, ya que el agua subterránea es ampliamente utilizada en muchos países como fuente de agua de bebida y ésta contiene generalmente altas concentraciones de sales minerales.

Los estudios sobre este tema han dado respuestas variables. A pesar de ello las investigaciones con cloruro de sodio, sulfato de magnesio, indican que se necesitan grandes concentraciones de estas sales antes que la producción de huevos se vea afectada.

Así por ejemplo, diversos autores señalaron que cuando se ofrecían 10 g de cloruro de sodio por litro de agua, durante 16 semanas, se producía una caída significativa en la producción de huevos, aunque a concentraciones de 7 g / litro no hubo ningún efecto significativo.

De manera similar si se ofrecen 10 g de sulfato de magnesio y 12 g de sulfato de sodio por litro de agua de bebida, la producción de huevos se ve seriamente afectada.

En aquellos trabajos en que las sales minerales afectaron negativamente la producción de huevos, las concentraciones utilizadas eran mucho mayores que las que normalmente se encuentran en el agua de bebida, inclusive en aquella proveniente de capas subterráneas.

Por lo tanto no parece que la fuente de donde proviene el agua tenga gran influencia en los parámetros de producción.

A pesar de ello, en recientes trabajos realizados en la Universidad de Sydney, se ha demostrado que aún concentraciones relativamente bajas de sales en el agua pueden afectar marcadamente la calidad de la cáscara del huevo.

Calidad de la cáscara

Diversos trabajos demostraron que el agregado de sales minerales en el agua de bebida de las ponedoras, significativamente inducía a la aparición de huevos con cáscaras defectuosas.

Esta respuesta no se debió a un menor consumo de nutrientes, ( por ejemplo calcio ), ni tampoco a un aumento en la producción o el peso de los huevos. Este hallazgo es contrario a los estudios realizados sobre pollos parrilleros, en donde aún bajas concentraciones de cloruro de sodio y otras sales aumentaron el consumo de agua.

Estudios realizados con el cloruro de sodio

En trabajos posteriores, utilizando un suplemento de cloruro de sodio, se ha demostrado una relación entre la concentración de la sal en el agua y la incidencia de defectos en la cáscara del huevo y en otros parámetros relacionados con la calidad de la cáscara. 

Se comprobó también en estos estudios que la tolerancia a las sales en el caso de aguas duras varía con las razas de las aves.

El problema se agrava cuando los huevos son de mayor tamaño y por lo tanto es más crítico en el momento en que las aves están alcanzando el final del período de postura.

En general cuando las gallinas alcanzan las 60 semanas o tienen más edad, una adición de 0,25 g de cloruro de sodios por litro aumenta al doble la incidencia de huevos con defectos y 0,60 g la aumenta al triple.

Cuando las gallinas de esta edad reciben 2 g de cloruro de sodio por litro, los defectos de la cáscara pueden llegar a alcanzar el 50 % de la producción de huevos.

En muchos casos las gallinas continúan ovulando pero producen muchos huevos sin cáscara. Las gallinas con menos de 55 semanas de edad que recibieron menos de 2 g de cloruro de sodio por litro, normalmente presentan del 15 al 30 % de huevos defectuosos en la cáscara, dependiendo del tipo de raza.

Entre los defectos aparecen huevos sin cáscara, rotos y quebrados y entre 30 y 40 % de huevos con la cáscara muy delgada.

Estos huevos son difíciles de reconocer a través de los métodos comunes de encandilado ya que únicamente se manifiestan cuando se presiona la superficie de la cáscara con el dedo.

Es muy probable que estos huevos sean los que aparecen dañados en los escaparates de venta al público.

La mayor susceptibilidad de las gallinas de mayor edad también se ve reflejada en el tiempo de respuesta del ave luego de que se ofrece el agua con cloruro de sodio.

Se observan huevos con defectos en cáscara a los dos o tres días de la suplementación de 0,2 a 0,6 g de cloruro de sodio / litro en gallinas que tenían 60 semanas de edad, mientras que se necesitó seis semanas para producir la misma respuesta en gallinas de reemplazo,  que recibieron 2 g de cloruro de sodio al inicio de la postura.

Esta respuesta tardía posiblemente refleja la mejor calidad de los huevos al inicio de la postura.

Las gallinas que manifestaron pobre calidad del huevo como consecuencia de la ingestión de aguas salobres, no respondieron al agregado de carbonato de calcio en la dieta.

Aún más, cuando se retiró el cloruro de sodio no se produjo una disminución en la incidencia de los defectos excepto las gallinas de reemplazo que empezaban a poner.

Parecen contribuir al problema tanto el ión sodio como el ión cloro, siendo el efecto del sodio doblemente perjudicial comparado con el ión cloro.

Causas biológicas:

A pesar que los huevos provenientes de gallinas que recibieron cloruro de sodio en el agua de bebida estuvieron en el oviducto por un corto período de tiempo, el principal daño biológico parece estar asociado al escaso suplemento de iones bicarbonato provenientes del lumen de la glándula de la cáscara.

Muy poco efecto se ha observado en el balance ácido - base de la sangre y en los electrólitros.

Sin embargo, se produjo una reducción en la tensión de dióxido de carbono y de las concentraciones tanto de bicarbonato como de calcio en el líquido que rodeaba al huevo en la glándula de la cáscara.

Esta respuesta estuvo asociada a una reducción en la actividad de la anhidrasa carbónica, de la glándula de la cáscara.

Debemos hacer notar que las gallinas que recibieron agua sin cloruro de sodio y que producían huevos con cáscara deformada también presentaban tensión del dióxido de carbono significativamente baja lo mismo que bajas concentraciones de bicarbonato presentes en el fluido de la glándula de la cáscara, pero concentraciones similares de calcio, al compararlos con las gallinas que ponían huevos normales. Sin embargo, no existieron diferencias en la actividad de la anhidrasa carbónica en estas gallinas.

Conclusiones

Los trabajos experimentales demostraron que se necesitan relativamente altas concentraciones de sales minerales en el agua de bebida para que se produzca una reducción en la producción de huevos y que en la actualidad existe suficiente evidencia que demuestra que una baja concentración de cloruro de sodio en el agua de bebida reducirá la calidad de la cáscara del huevo sin afectar otros aspectos de la producción.

Fuente: Revista Avícola.

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