Se mezclan las harinas en un cuenco. Se
disuelve la levadura en agua caliente y se le añade 1 pizca de
azúcar y se incorporan cuatro cucharadas de harina. Se cubre y se
deja leudar dos horas.
Se disuelven la sal, el azúcar y el yogurt en otro bol con agua
caliente. Se hace un pozo en el centro de la harina y se vierte
este preparado con las semillas de alcaravea, batiendo bien con
una cuchara de madera. Se pasa la preparación a una tabla enharinada y se amasa bien
durante varios minutos. Luego se le da forma de bola y se vuelve a
colocar en el cuenco, previamente lavado. Se cubre con una de
polietileno y un lienzo y se deja leudar toda la noche. A la
mañana se golpea la pasta, que se ha hinchado y levantado y se
moldea para formar una barra grande o dos más pequeñas. Se pone
en una placa de horno bien enharinada y se espolvorea también con
harina la parte superior de la pasta. Se cubre nuevamente con
polietileno y deja descansar una hora más.
Se precalienta a horno fuerte.
Se ponen las barras en el horno y se dejan dorar quince minutos.
Luego se baja el horno a temperatura media y se dejan las barras
40 ó 45 minutos más. Si se oscureciesen demasiado, pueden
cubrirse con papel de aluminio.
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450 g. de harina de centeno.
350 g. de harina blanca de trigo.
2
cucharadas de harina integral.
30 g. de levadura fresca.
1
cucharadita de azúcar.
1 cucharadita de sal.
1 cucharada sopera
de yogurt.
15 g. de semillas de alcaravea.
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