AGRICULTURA
   

Siembra directa de arroz

La actividad arrocera se desarrolla en forma extensiva, pero puede definirse como intensiva desde el punto de vista de la utilización del capital, a partir de elementos tales como el riego y un alto empleo de maquinaria, tanto en términos de potencia cuanto de concentración de uso.

Si consideramos todo el ciclo del cultivo, en un sistema convencional, la mayor concentración de maquinaria se produce en la siembra, cuando se utilizan herramientas para terminar de afinar el suelo, nivelación, siembra propiamente dicha, marcado de taipas o bordos y para la construcción y siembra de las taipas. Es en esta etapa cuando se requieren varios tractores y herramientas diferentes, una necesidad que surge debido a que las lluvias pueden generar trastornos que van desde tener que reiterar las tareas de afinación, con perjuicios en la nivelación, hasta la falta de consolidación de las taipas a la hora de la inundación por haberse realizado tardíamente. Las diferencias en el estado de desarrollo del arroz sembrado en la cancha respecto del sembrado en la taipa trae como consecuencia directa una mala calidad del producto final cosechado.

La siembra directa de arroz es un sistema que comenzó a desarrollarse en nuestro país hacia 1991, en una superficie de catorce hectáreas y que, en la actualidad, alcanza a las 20.000 hectáreas.

La adaptación al medio productivo generó diferentes variantes de este sistema: siembra directa propiamente dicha, laboreo de verano y laboreo anticipado.

En cuanto a la siembra directa propiamente dicha, cabe destacar que se realiza sobre lotes en los que se ha sembrado arroz, son conservadas las taipas de años anteriores y, eventualmente, reparadas algunas de ellas si fuera necesario. A la salida del arroz, puede sembrarse un verdeo de cobertura (rye grass o avena), aprovechado durante el invierno y los comienzos de la primavera, o dejar en el campo sólo el rastrojo de arroz. Previo al momento de la siembra se aplica herbicida total.

El laboreo de verano es una variante utilizada frecuentemente para entrar en el sistema anterior. Se realiza el laboreo del suelo durante el verano ya que ofrece mejor oportunidad para esta operación, se sistematiza el lote mediante la nivelación, marcación y construcción de taipas y se siembra un verdeo (rye gras o avena), aprovechado durante el invierno hasta el inicio de la primavera, tras lo cual se efectúa la aplicación del herbicida y la siembra de arroz.

En referencia al laboreo anticipado, hay que tener en cuenta que en el sistema productivo arrocero participa una alta proporción de arrendatarios, por lo que el tiempo de disponibilidad de los lotes se cirscunscribe, muchas veces, a unos pocos meses antes de la siembra, lo que no permite la adopción generalizada de las alternativas anteriores. Esta variante consiste en la preparación del lote en junio -julio, con tareas de nivelación, trazado y construcción de taipas. En el lote vegetación natural es eliminada con herbicida previo a la siembra.

El beneficio que producen las tres variantes enunciadas es diferir el uso de la maquinaria en el tiempo, reduciendo considerablemente la necesidad de potencia al momento de la siembra, o bien aumentar el área sembrada con la misma disponibilidad. Sólo se requerirá un equipo de pulverización para la aplicación del herbicida, que puede ser aéreo o terrestre, y la sembradora de siembra directa que debe contar con un buen despeje para el movimiento de los cuerpos sembradores al pasar por sobre las taipas.

La realización de una sistematización anticipada es una de las características y ventajas del sistema de siembra directa. Los elementos a utilizar son los mismos que para la labranza convencional, pero se diferencia la forma de las taipas, que, en este caso, son más anchas, más bajas y con una sección más suave.

Estas características facilitan el tránsito por sobre las taipas, tanto para la siembra cuanto para la cosecha. Resulta importante que la confección de las taipas sea anticipada, de modo de no encontrar en el momento de la siembra una penetrabilidad diferente respecto del resto, que, sin duda, dificultaría la regulación de presión de los discos sembradores. Las ventajas referidas a la conservación del recurso suelo por la presencia de rastrojo o un cultivo antecesor han sido frecuentemente mencionadas para otros cultivos en los que se utiliza la siembra directa. 

Por otra parte, se ha podido observar que la presencia de la cobertura reduce el número de malezas presentes, especialmente del capin, una de las mayores competidoras del cultivo de arroz. Cuando el cultivo antecesor es un verdeo, la altura que éste debe presentar en el inicio del tratamiento con herbicida es de entre 10 y 15 centímetros, utilizando el pastoreo como método de corte. No se recomiendan mayores alturas debido a que, si bien actúan reduciendo el número de las malezas, también pueden afectar el número de plantas de arroz que se han logrado.

Se debe considerar la altura de la cobertura también en función de las malezas que potencialmente se encuentran en el lote. Por ejemplo, el gramón comienza su desarrollo a fines de setiembre o principios de octubre. La cobertura reduce, además, la temperatura del suelo, determinando un crecimiento más reducido de la maleza. La falta de follaje le permite escapar del herbicida presiembra y las reservas de sus estolones le otorgan la posibilidad de crecer luego por sobre la cobertura del cultivo de arroz. Es aquí donde el manejo de una cobertura de poca altura es adecuada para que la temperatura del suelo no sea tan baja y se propicie el desarrollo del gramón para su posterior control.

Por tratarse de un cultivo bajo riego, el arroz permite la posibilidad de realizar "baños" para favorecer la germinación y emergencia. No obstante, en el sistema de siembra convencional, esos "baños" producen, frecuentemente, importantes encostramientos que resultan perjudiciales para lograr un buen stand de plantas. En el caso de existir una cobertura como el sistema de siembra directa, estos encostramientos no se producen debido a que la pérdida de humedad superficial es paulatina.

Tal como ocurre en otros cultivos de siembra directa, con el arroz también se utilizan herbicidas de contacto o sistémicos en función de las especies a controlar.

El glifosato es uno de los más utilizados, en dosis de 2,5 a 3,5 litros por hectárea. En la aplicación terrestre, es necesario utilizar pulverizadoras con balancín, para poder transitar por sobre las taipas. Los sistemas computarizados de registro de velocidad de marcha y control de caudal resultan muy útiles para realizar pulverizaciones homogéneas, sobre todo en suelos de elevada pendiente, en donde el número de taipas es importante y resulta difícil mantener constante la velocidad de marcha.

Es imprescindible contar con un control de cobertura previo a la siembra, ya que las fallas generan una fuerte competencia inicial con el cultivo. Por esta razón es importante que, en el momento de la aplicación, se cuente con humedad en el suelo, disponibilidad de radiación y temperatura para un correcto funcionamiento del herbicida. El tiempo entre aplicación y siembra es fundamentalmente dependiente del tipo de tamaño de la maleza y de las condiciones climáticas. Cuando existe presencia de malezas estoloníferas, se aconseja un período mayor entre aplicación y siembra (aproximadamente de 7 a 10 días), de modo de permitir la movilización del producto herbicida hasta el sistema radicular. Si la siembra se lleva a cabo en forma inmediata, los discos de la sembradora cortan los estolones, impidiendo, de esta manera, la traslocación del producto, generando así un control deficiente.

El momento de la siembra resulta de suma importancia para el sistema de siembra directa, dado que las características de la cobertura no permiten que el suelo adquiera temperatura rápidamente. Se aconseja sembrar recién a partir del 15 de octubre, cuando ya muchas de las malezas potenciales del cultivo han emergido y, entonces, pueden ser fácilmente eliminadas utilizando el herbicida presiembra, sistema con el que se obtendrá una más rápida emergencia del arroz.

Existen varias marcas de máquinas sembradoras que se adaptan al sistema de siembra directa de arroz y, básicamente, dos sistemas generadores de presión de los abresurcos, el de resortes y el oleoneumático.

La densidad de la siembra varía según el cultivar que se utilice. Una ventaja comparativa en relación con el sistema tradicional es la en que se utiliza menor cantidad de semilla, ya que con el método tradicional  se siembra la totalidad del lote como si fuera cualquier otro cereal y luego se siembran las taipas. En el caso de la siembra directa, la cancha y la taipa son sembradas simultáneamente, por lo que se ahorra la resiembra de la taipa. En números, si se utiliza una densidad de 200 kilos por hectárea para la siembra convencional (180 para la cancha y 20 para las taipas), en siembra directa se reduce a 180 kilogramos. La economía en semilla es sustancialmente mayor cuando el lote presenta un alto número de taipas. Es importante tener en cuenta que, en el momento de la siembra, la cobertura tiene que hallarse seca, puesto que de haber llovido recientemente o existir mucho rocío, la paja seria plegada hacia el interior del surco en vez de ser cortada por los discos sembradores. La semilla se depositaría sobre este pliegue y, al volverse a secar la paja por el sol, se levantaría hacia la superficie.

El sentido de la siembra puede ser realizado en forma perpendicular o paralela a las taipas. En este último caso, y cuando la sembradora debe montarse a la taipa, es importante considerar la penetrabilidad de la taipa y del préstamo. Si el préstamo está muy duro, se corre el riesgo de que la semilla quede fuera del suelo, dado que los resortes que trabajan sobre el préstamo están más estirados y ejercen una menor presión. Por otro parte, si la taipa se nota muy blanda, se corre el riesgo seguro de que los limitadores de profundidad también se entierren y se produzca, como consecuencia, una siembra excesivamente profunda.

En términos generales, y considerándola como una ventaja comparativa, la siembra directa, dadas las condiciones de piso que presenta, permite ingresar en el lote para sembrar luego de una lluvia entre 48 y 72 horas antes que en una siembra convencional. El manejo posterior a la siembra resulta muy semejante al practicado en el sistema convencional.

Debe contemplarse la manipulación del fertilizado, dado que puede existir un mayor requerimiento por laboreo, lo que genera un déficit inicial debido a la menor mineralización de la materia orgánica. Al igual que en el sistema de siembra convencional, se efectúan aplicaciones de fertilizante nitrogenado en macollaje y diferenciación del primordio floral para promover el número de panojas o el tamaño de las mismas.

MANEJO Y COSECHA. Es frecuente la utilización de herbicidas en aquellos lotes con altas infestaciones de malezas. Para los sistemas de rotación arroz-arroz, resulta conveniente realizar un buen control aun con poblaciones de malezas bajas, ya que las semillas que estas malezas producen permanecen mezcladas en la cobertura, transformándose luego en un perjuicio potencial para la campaña siguiente.

Con referencia al manejo del agua, se ha registrado una mayor infiltración para la siembra directa, ventaja que ha sido mencionada para otros cultivos. En el arroz, si bien esta característica representa un inconveniente cierto este consumo extra de agua no resulta signifícativo y es compensado por el menor riesgo de roturas que pueden presentar las taipas del sistema. El piso que brinda la falta de laboreo y el tipo de taipas utilizado son dos grandes ventajas para realizar la cosecha. Estas características ofrecen la posibilidad de realizar una cosecha más rápida, dado la menor frecuencia de empantanamiento y una mayor facilidad de tránsito por sobre las taipas. Hay que tener presente que para cultivar arroz sobre el mismo lote será imprescindible conservar la sistematización. Pare cumplir con esto se debe analizar el huellado producido por las cosechadoras, así como el rodado y la circulación de los carretones.

Una ventaja adicional del sistema en la cosecha es que la madurez del grano en la taipa y en la cancha resulta ser mucho más homogénea, característica que le confiere mejor calidad y, por consiguiente, un precio mejor. 

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Fuente
: EEA INTA-Concepción del Uruguay

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