Control de
malezas
La
disminución de los rendimientos ocasionada por las malezas en
el cultivo del sorgo se debe a que compiten con él por la luz,
agua nutrientes y espacio.
Se
ha demostrado que el mayor daño por competencia ocurre durante
los dos primeros meses del cultivo, con un máximo que tiene
lugar hasta los 30 días (5 hojas), etapa en la que el
crecimiento del sorgo es lento y la maleza desarrolla rápidamente.
En este período crítico, las malezas afectan, no sólo la
implantación del sorgo, sino que también inciden severamente
sobre el rendimiento, haciendo indispensable el control temprano
para asegurar el éxito del cultivo.
Pueden controlarse mediante labores culturales mecánicas,
empleando herbicidas o por la utilización combinada de estas técnicas,
dependiendo del sistema de labranza a utilizar.
En la convencional y/o reducida, la integración de estos métodos
ha demostrado ser de alta eficiencia.
En el caso de labranza cero se requiere, además del empleo
correcto de herbicidas químicos, complementar con un manejo del
cultivo que permita un rápido desarrollo inicial, lo que le
permite competir con éxito contra la maleza.
La aplicación de fertilizantes de arranque y el acercamiento
entre líneas contribuye a ello.
Control
químico de malezas anuales: Herbicidas de
preemergencia
Entre
los más recomendados se encuentra la Atrazina, que controla
eficazmente la mayoría de las malezas latifoliadas anuales y
algunas gramíneas, como cola de zorro y pasto colorado.
Conviene aplicarlo inmediatamente después de la siembra, antes
de la emergencia de las malezas, aunque puede emplearse en
postemergencia muy temprana de ambos.
Se lo aplica en cobertura total o sólo en la hilera de siembra
(tratamiento en banda). Con este método se reduce hasta en un
50% la cantidad de producto necesario.
A las dosis normales, la persistencia de la Atrazina en el suelo
puede ser superior a los tres meses.
Herbicidas
de postemergencia
Los
herbicidas de postemergencia son los que se aplican después de
la emergencia, tanto del sorgo como de las malezas de hoja
ancha.
Los más utilizados son 2,4 D, MCPA, Picloram y Dicamba.
Es importante que, en el momento de su aplicación, el suelo
tenga buen contenido de humedad y la temperatura ambiente sea
superior a los 15°C, pero no mayor que 25°C.
Las pulverizaciones pueden iniciarse cuando el sorgo tiene 10 a
15 cm de altura y hasta 35 cm.
Pasada esa altura, y formada la panoja, no es recomendable
pulverizar, y debe esperarse hasta que el grano tenga
consistencia pastosa.
Cuando el cultivo está en el período de macollaje (entre 10 y
30 cm de altura), la aplicación puede hacerse en cobertura
total. Si está más desarrollado deberá utilizarse una barra
pulverizadora con caños de bajada y dosis mínimas, dentro del
rango recomendado.
Deben evitarse en lo posible las aplicaciones cuando hay viento,
porque se disminuye la eficacia del tratamiento, por la deriva
del herbicida, que puede además afectar cultivos vecinos.
Cuando el tiempo amenaza lluvia deben suspenderse las
pulverizaciones, ya que una precipitación torrencial inmediata
puede anular, por lavado, el efecto del producto.
Los lotes invadidos con
sorgo de Alepo, cebollín, gramón y sunchillo, no deben ser
destinados para la siembra de sorgo granífero. No obstante,
puede haber manchones dispersos de algunas de las malezas
mencionadas, que deberán ser controlados. Los tratamientos para
estos casos no son selectivos.
Si el sorgo ya ha nacido, puede morir por la acción de los
productos indicados, por lo que los tratamientos deben
utilizarse sólo en preemergencia del cultivo.
Los herbicidas, dosis y recomendaciones se dan en el siguiente
cuadro.
El sorgo es susceptible a los graminicidas, por lo que nunca
debe sembrarse en lotes cuyo cultivo anterior fue tratado con
Imazetapir, por el peligro de efecto fitotóxico residual.
Los
herbicidas más utilizados son el 2,4 D, MCPA, Picloram y
Dicamba.
La formulación más común del 2,4 D es la de éster isobutílico,
que es más agresivo. Por ser volátil, se debe tener cuidado
con los cultivos cercanos.
El MCPA es menos agresivo que el 2,4 D, y su forma de uso más
común es como sal sódica. Ambos controlan un amplio espectro
de malezas latifoliadas, entre las que pueden mencionarse: quínoas,
santa María, suspiros y, al estado de plántula o juvenil, yuyo
colorado, cepa caballo, morenita, abrojo, verdolaga y cardo
ruso.
Tanto Picloram como Dicamba tienen mayor poder residual que los
anteriores, por lo cual se debe tener especial cuidado con los
cultivos sensibles a estos herbicidas que puedan seguir al sorgo
en la rotación.
Son más activos que el 2,4 D y el MCPA y, si se los usa en
mezclas con estos productos, se logra control de malezas poco
susceptibles como chamico, malva y verdolaga, y de algunas otras
que estén en un estado avanzado de desarrollo.
Otros productos todavía no muy difundidos, pero que podrán
utilizarse en postemergencia, para el control de malezas
latifoliadas, son el Bromoxynil y el Bentazon, sólos o en
mezclas.
Actúan principalmente por contacto, de modo que, como es
indispensable mojar bien las malezas a eliminar, requieren volúmenes
de aplicación superiores a los 150 litros por hectárea.
Controlan eficazmente malezas jóvenes o de menor tamaño.
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